El origen de estas lápidas ornamentales data de la segunda mitad del siglo XVI, cuando eran utilizadas para señalizar las propiedades, dado que aún no existía el sistema de numeración de las casas.
Se trata de una placa de piedra natural colocada a unos 4 metros del suelo con una representación en relieve del motivo a tratar, a menudo acompañada de su correspondiente inscripción.
Muchas de estas lápidas están coloreadas, dado que la finalidad era adornar la fachada y dotar de identidad propia al inmueble. También era frecuente representar la profesión del propietario, como por ejemplo una pluma en el caso de un escritor o herramientas en el caso de un herrero. Cuando se repetían los motivos se añadían distintivos como puede ser una corona en la parte superior del diseño o variaciones en la inscripción, así encontramos "El elefante blanco", "El elefante gris" y "El pequeño elefante gris". Quien no tenía aún un nombre familiar ni era conocido por su profesión se daba a conocer con estos emblemas de las fachadas.
"El león blanco" en Oudegracht 249, siglo XVII.
Muchas de estas lápidas restauradas son del siglo XVII, otras son réplicas fieles a las preexistentes y por último encontramos un auge en el interés por las lápidas ornamentales con nuevas incorporaciones a finales del siglo XX.
"Los tres cargadores de cal" en Oudegracht 242, 1700.
"El casco" en Oudegracht 293, 1588-1989.
"El pez plano azul" en Zilverstraat 52, 1989.
Detrás de los emblemas de las fachadas se esconden además muchas historias y leyendas locales, como la del niño del pan blanco.
"El niño del pan blanco" en Oudegracht 276, 1631-1990.
ESTO ES UN PEDAZO DE HISTORIA QUE HEMOS TENIDO LA OPORTUNIDAD DE CONTEMPLAR Y VIVIR.
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